Como podeis ver en nuestro blog nos llegan constantes historias de supervivientes de esta terrible enfermedad. En esta ocasión nos contactaron desde México una persona que prefiere mantenerse en el anonimato pero que quiso participar con su testimonio con el fin como siempre, de poder ayudar a otros afectados y a divulgar como prevenir e identificar a tiempo la meningitis para actuar cuanto antes.

«Soy superviviente de meningoencefalitis meningocócica. Todo comenzó cuando tenía 3 años, en el mes de noviembre. Mis padres eran jóvenes y tenía dos hermanas mayores de 11 y 7 años. Los síntomas de iniciales fueron fiebres altas, rigidez muscular y el llanto lo relatan como un «maullido de gato»; vómitos, la visión desviada (diplopia), y alteración en la marcha.. aunque eso yo no lo recuerdo.

Mis padres me comentan que, en aquellos años (1983), la tecnología no estaba muy avanzada y estuvieron de médico en médico buscando ayuda y opiniones.
Mi padre es médico, lo que les facilitó algunos contactos. El pediatra iba a casa a ver cómo evolucionaba mi estado, pero los síntomas confundían el diagnóstico.

Me realizaron punciones lumbares, tomografías, radiografías y demás estudios. En la punción lumbar el pediatra decía que era: «agua de roca», como agua de coco, pero el diagnóstico seguía siendo confuso.
En diciembre, aparece un neurocirujano, quien por fin atina en el diagnóstico junto con el médico internista. Y ese 23 de diciembre, se decide la cirugía para implantar una válvula de Pudens para liberar la presión intracraneal derivada del exceso de líquido cefalorraquideo que comenzaba a hacer estragos… pasé la navidad en el hospital.

Mi madre dice que yo ya no reaccionaba. Que estaba semiinconsciente. Y que sólo lloraba «como un gato». Y los médicos hablaban de secuelas.
Llegó el punto en que mi padre decía:«Que me quede mi hija, aunque me quede mal.» Y mi madre decía: «Si me queda mal, mejor no…»
Después de la cirugía, y casi tras ello, ya estaba hablando con mis hermanas. Mis padres estaban muy tranquilos. Contentos, aliviados… fue un milagro para ellos.

A la fecha actual, ya he tenido tres cirugías de limpieza de válvula por obstrucción del catéter, que me provocaban la misma sintomatología del cuadro (diplopia, dolor de cabeza, rigidez muscular, vómitos, alteraciones en la marcha), y una última cirugía que fue la de recambio de válvula, a los 15 años.

Entre lo que me quedó como secuelas, sólo diré que padezco con dolores de espalda y cuadros depresivos, no sé si eso tiene que ver, pero siento que con cada cirugía, se han hecho más recurrentes y agudos.
Gracias por leerme y por la labor que realizan.»

 

Desde la Asociación Española contra la Meningitis, gracias a todos los que nos leéis y los que nos escribís para narrarnos vuestra historia con tanta valentía y fuerza.