Un nuevo testimonio nos llega a la Asociación Española contra la Meningitis, el de Borja que nos narra como esta enfermedad que afrontó como adolescente y a la que sobrevivió sin secuelas, le hizo valorar mucho más la vida. Hoy en día trabaja como consultor SEO y afronta cada día con una gran sonrisa.

«Estaba de vacaciones y como ya había hecho el año anterior, me disponía a coger un autobús para acercarme a una gasolinera a las afueras de Majadahonda, un pueblo cerca de Madrid, en la que vendíamos cupones de la Cruz Roja para el sorteo del Oro. Además de ayudar con las ventas a la ONG nos sacábamos un dinerillo que venía muy bien para el verano. Tenía 16 años y estábamos en 1998.

Las ventas iban bien y no me había sentido nada raro hasta ese momento, pero de repente empecé a sentirme cansado, muy cansado. Poco a poco el cansancio se apoderó de mí, se lo comenté a mi amigo Iñaki y decidimos coger un autobús de vuelta.

El trayecto era de unos 20 minutos. Me apoyaba en el asiento delantero del autobús mientras Iñaki me decía que llegaríamos pronto. Bajaba la cabeza para que el tiempo pasara más rápido

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Por fín llegué a casa y se lo comenté a mi madre que me dijo que me subiera a la cama a descansar y dormir. No recuerdo muy bien porqué pero mi madre me preparó la habitación de invitados con una cama más grande, subí y me empecé a dormir.

A partir de aquí sólo recuerdo imágenes fugaces en las que me bajaban por las escaleras, me subían a una camilla y me metían en una ambulancia. Recuerdo también el sonido de la ambulancia y que las personas que iban conmigo me hablaban para que no me durmiera.

Recuerdo llegar al hospital y poco después me tumbaron y me pusieron boca abajo para clavarme una aguja en la espalda. La verdad que no me dolió porque me encontraba prácticamente inconsciente. Quizás totalmente inconsciente… El siguiente recuerdo que tengo es cuando me desperté en la cama de la UCI. También recuerdo que tenía una sonda muy incómoda que no sabía cómo la habían puesto… y una o varias agujas en mis brazos. Allí estuve dos o tres días hasta que subieron a una habitación.

¡Y estaba super gordo! Muy hinchado. Me había administrado varios medicamentos (no recuerdo si penicilina, cortisona o algo así). Ahora podía jugar al Rugby sin problemas. A los pocos días volví a la normalidad.

Estuve 10 días en el hospital y me visitaron muchos amigos y familiares. En esos momentos agradeces que la gente se pase por el hospital para saludarte. No me quedó ninguna secuela, bueno, un par de manchitas en la planta del pie que me recuerdan la suerte que tuve.

Siempre estaré eternamente agradecido a todos los médicos del hospital Puerta de Hierro y todas las personas implicadas que me salvaron la vida.
Sin duda fueron momentos muy duros para mis padres, amigos y familiares.

Algunos amigos y vecinos sé que se sometieron a la prueba de la meningitis y creo que tomaron algunas pastillas como forma de prevención. Más de 20 años después aquí seguimos, tratando de aprovechar y disfrutar la vida al máximo.»

No sé hasta qué punto esto cambió el rumbo de mi vida y las decisiones que he ido tomando, pero sí sé que es algo que me ayudó a valorar mucho más la vida y a saber que no estaremos en este mundo para siempre.

Gracias Borja por compartir esta vivencia de tu vida y aportar un granito de arena en la lucha y prevención ante esta enfermedad.