Hoy os queremos presentar a nuestra nueva delegada en la zona de Cantabria, Noemí Herrero. Nos alegra mucho contar con ella como apoyo de la Asociación Española Contra la Meningitis en la zona, Noemi además ha sufrido en primera persona esta enfermedad que la dejó secuelas de una sordera bilateral profunda a los 17 años, aun así ella como muchos otros supervivientes, ha luchado y salido adelante.

Ella además ha querido narrar su testimonio que os relatamos a continuación. ¡Bienvenida a la Asociación y muchas gracias por contar con tu apoyo!

«Hola,soy Noemí Herrero. Pero podéis llamarme None. Una Vallisoletana de casi 37 años. Cántabra de adopción desde hace 11 años.

En el año 2000,concretamente el 20 de agosto fui ingresada en el antiguo Hospital Río Hortega de Valladolid a causa de una Meningitis B bacteriana. Tenía 17 años.

Unos días antes, empecé a sentirme mal, con vómitos (aún no sabíamos que esos vómitos en escopeta podrían ser una pista de lo que ya me estaba pasando) fiebre, malestar… pero aún no tenía rigidez de nuca; así que el diagnóstico fue: Gastroenteritis.

Esa misma noche fue una de las más horribles de mi vida, me dolía todo el cuerpo, estaba mareada,al andar me iba hacia los lados…. Volvimos a urgencias esta vez ya en el Hospital Río Hortega, y nada más verme entrar me llevaron a un BOX… mi rigidez de nuca no anunciaba nada bueno. Y así fue, la punción lumbar lo dejo muy claro.

Me subieron a planta, todavía oía, pero lo que no sabía es que me quedaban minutos de oir, mis oídos estaban a punto de morir. Ambos.

Y así fue….comencé a oír un zumbido muy fuerte en ambos oídos, siempre digo que el ruido era parecido a un aspirador, como si tuviera dos tubos de un aspirador en mis orejas. Las voces empezaron a distorsionarse, a hacerse lejanas….lo último que oí fue a mi madre preguntarme: `¿ Me oyes hija?´´ y se acabó, silencio absoluto. La verdad es que hay un par de días que no recuerdo nada del hospital, yo tenía mascarilla,las enfermeras y mis familiares también.
De los días siguientes sí recuerdo más, visitas de mi familia,amigos… Médicos de prácticas al rededor de mi cama viendo mis petequias, recuerdo que con un rotulador las rodeaban.
Otorrinos haciéndome pruebas,pero nada,mis oídos no volverían. Ilusa de mi, pensé durante unos meses que volvería a oír, que de pronto harían «chas» y me dirían: Tranquila None,ya estamos aquí otra vez.

Estuve 15 días ingresada en el hospital, el día que me dieron el alta, el Dr. Bachiller me explicó lo que me había pasado, la enfermedad que había padecido.

También me dijo que había tenido mucha suerte, en ese momento no lo entendí, ¿suerte? ¡si me había quedado sorda! Pero sí, tuve suerte, mucha. Poco tiempo después supe que había una mujer embarazada también con meningitis ingresada en el hospital, la cual no logró salir adelante,ni su bebé.

Me dieron el alta, a parte de la sordera profunda bilateral que padecía, lógicamente mi equilibrio se vio muy afectado también, tanto el dinámico como el estático. Necesitaba siempre un punto de referencia, una luz en la que fijarme.
En casa ya, empezaron las visitas a distintos otorrinos de Valladolid, todos me dijeron lo mismo, mis oídos estaban muertos. Hasta que por fin me hablaron del implante coclear; Evidentemente desconocíamos todo lo relacionado con el mundo de la sordera. Nos explicaron bien en que consistía la operación. Y decidí operarme, era mi única opción de volver a oír. 6 meses después de haber perdido la audición era intervenida en Salamanca, en el Hospital Universitario. Aprovecho desde aquí a dar las gracias a tos los médicos que estuvieron implicados en mi caso. Dr. Beltrán, Dr. Muñoz Herrera, Dr. Gorospe, Margarita….y muchos más que no recuerdo su nombre. Estuve ingresada unos días, después tuve que esperar un mes a que la cicatriz de la cabeza cerrara bien, y pasado ese mes comenzó la instalación de mi procesador de la palabra.

Me asusté, al oírme de nuevo me asusté, evidentemente lloré, lloramos mis padres y yo.
El Dr. Gorospe nos dijo que fuéramos a dar un paseo para ver que sonidos de la calle diferenciaba. Esa misma tarde al volver a casa, me puse a escuchar a Bon Jovi (mi grupo favorito) llevaba 6 meses sin oírlo. Fue maravilloso.
Hice rehabilitación logopédica durante un año todos los días, después fuimos bajando las sesiones. El día a día en una persona implantada es muy importante. Cada día aprendes a diferenciar nuevos sonidos. Debo decir que en mi caso la rehabilitación fue algo más sencilla, ya que yo tenía y tengo memoria auditiva, recuerdo como son los sonidos. Fui oyente 17 años.

Seguí mis estudios, acabé Bachillerato y comencé mis estudios universitarios, realice Educación Especial. En clase tenía una emisora FM que me permitía oír la voz del profesor directamente a mi implante, si el profesor o profesora se daba la vuelta yo le seguía oyendo. ¡Tenía unos apuntes geniales! Mis compañeros oyentes me los pedían. Compaginé la carrera con los cursos de Lengua de Signos Española.

Han pasado 20 años, y durante el camino, sobre todo al principio personas que yo consideraba amigos con 17 años, no lo eran, desaparecieron. Pero como dice una frase muy sabia, si un amigo deja de serlo es por qué nunca lo fue.
Mis 17 años eran una edad muy crítica, me marcó de por vida, me ha hecho mejor persona. Fueron momentos duros para mi y mi familia, yo no podía ver llorar a mis padres (los cuales me querían donar un oído cada uno, pero ya nos explicaron que esa operación no existía). De tal modo que si yo no lloraba, ellos tampoco. Y así salimos adelante. Por supuesto sin mi implante hubiera sido mucho más complicado. Es mi aliado.

Pero también durante estos 20 años han aparecido personas maravillosas por el camino, tanto oyentes como sordos. Mi marido, mi gran apoyo y mi compañero (al cual conocí justo 5 años después de quedarme sorda, el mismo día: 20-8-2005…¿ Destino? por supuesto)
Mis hermanos, que siempre me han apoyado, os quiero a los 3. Mis amigos y amigas, los de siempre, los de antes de, siempre a mi lado. Pero también los de después de… amistades preciosas que continúan hoy, que surgieron en el peor momento de mi vida, y siguen conmigo. Os quiero.
Personas que he conocido, que han aceptado mi problema auditivo y han sabido ver mi esencia, que hacen mis días más bonitos.  Mis hijos, feliz de poder oírlos todos los días y verlos crecer.»

Sé que la meningitis hizo que mi vida tomara otro camino, pero este camino es el que me gusta. El que me hace feliz, y no me imagino mi vida de otra manera.