Me llamo Andrea y todo ocurrió cuando tenía 7 años. 

El 15 de diciembre de 1998 pasé un día totalmente normal, jugando y correteando sin ningún tipo de síntoma o cosa fuera de lo común. Hasta que llegó la noche; comencé con fiebre y vómitos y mi madre me llevó a Urgencias, donde confundieron la enfermedad con un cuadro de gripe y me mandaron a casa. 

Pasaban las horas y por momentos iba a peor, una fiebre muy alta que no bajaba ni con antitérmicos (recuerdo que llegué a delirar diciendo que me iba a morir, que estaba muy malita y me iba a morir) y unos vómitos como si fuese un grifo abierto. Le dije a mi madre que, por favor, me llevase al baño; dice que me cogió en brazos y era como abrazar una estufa del calor que emitía. En ese momento dice que se me levantó un poco la camiseta y me vio manchitas en la piel; las petequias habían hecho su aparición.

Mi madre volvió a llevarme al Hospital y, en cuanto me vieron, fui de cabeza a la UCI. Al parecer, lo que en casa eran unos pequeños puntitos en mi piel, cuando llegamos a Urgencias, eran manchas bastante grandes que cada vez me cubrían más el cuerpo.

No recuerdo mucho de esos momentos, recuerdo algunas cosas, como que me pusieron una vía mientras intentaban hablarme y bromear conmigo para que no me asustase y cómo pasaban las luces del techo del Hospital a toda prisa, supongo que me llevaban corriendo a la UCI. A partir de ahí; oscuridad, no recuerdo absolutamente nada en varios días.

RESULTADO DE LAS PRUEBAS: Positivo a Neisseria Meningitidis serotipo B.

DIAGNÓSTICO: Sepsis por Meningococo B.

Pasé varios días sedada y sondada, días en los que a mi madre no la dejaban ir a ducharse «por si tenía que firmar algún papel», días en los que los médicos no daban un duro porque fuese capaz de salir adelante, días llena de tubos y cables por todos lados, días en los que le decían a mi madre que “esto era una lotería y nos había tocado el premio gordo”, días de incertidumbre, miedos… Yo no me enteraba de nada, eso lo sufrió mi gente. Por lo que me han contado, sufrí un paro cardiaco, convulsioné, tuvieron que hacerme varias transfusiones…

Cuando desperté recuerdo que estaba rodeada de cables y tubos que me molestaban y siempre intentaba quitarme alguno; una de las veces que me quité uno de los cables estaba con mi tío y una máquina empezó a pitar; le di un susto de muerte al pobre. Poco a poco empecé a mejorar y recuerdo que hasta contaba chistes y hablaba de fútbol, mi pasión. 

Me subieron a planta tras estar 5 ó 6 días en la UCI, no lo recuerdo exactamente y el día 24, día de Nochebuena, me volvió a subir la fiebre y volví a vomitar durante 2 días. Dijeron que el «bichito» aún no estaba del todo derrotado pero que no había signos sépticos. Seguí con mi tratamiento y, tras esos días me mantuve asintomática y con los análisis en valores normales. 

Recuerdo que me sentía muy, muy débil, los primeros días apenas podía mantenerme en pie, cada pasito que daba era un logro y me cansaba muy rápido.

Pero siento especial cariño por esos días; lo arropada que estuve, lo bien que me trató todo el mundo, el cariño que me hacían sentir, los ánimos que me daban…

Me siento infinitamente agradecida por todo lo que hicieron por mí.

El día 28 de diciembre me dieron el alta. Ese día les dije que me estaban gastando una broma porque era el día de los inocentes y seguro que no me iban a dejar salir. Pero sí, ese día por fin pude volver a mi casa junto a mi madre.

Pasé 13 días ingresada y pude recuperarme gracias a la rapidez de mi madre a la hora de llevarme rápido al hospital; a unos médicos que me atendieron estupendamente y lucharon por mí hasta la saciedad.

Aunque parezca increíble (a día de hoy a mí me lo parece tras leer tantos testimonios) no tuve ninguna secuela, ni consecuencia.

Ojalá se diese muchísima más visibilidad a esta enfermedad tan grave que para mucha gente es desconocida. Muchísimas gracias por vuestra labor.

Agradecimientos especiales:

Doy infinitas gracias a todo el personal del Hospital Niño Jesús de Madrid, que fue donde se me atendió y también al médico que confundió la enfermedad con un cuadro gripal en la primera visita al hospital; cuando volví a urgencias y se enteró de que lo que tenía no era gripe, si no Sepsis Meningocócica, se estuvo preocupando diariamente por mí, visitándome todos los días hasta que recibí el alta. Me consta que lo paso bastante mal y se sintió culpable de no haber podido detectar la enfermedad en la primera visita, quiero decir que él no tuvo culpa de nada, esta enfermedad es muy traicionera y no dio la cara en un primer momento, pero por suerte, todo salió bien. Y gracias, de manera muy especial a mi pediatra, que SIEMPRE advirtió sobre esta enfermedad a mi madre, no sé si fue casualidad, si ella «se olía algo» o qué, pero siempre que íbamos a su consulta, nos hablaba sobre los síntomas de la Meningitis y qué hacer si algún día me salían “manchitas en la piel”. Estoy convencida de que, en gran parte, hoy estoy aquí gracias a ella.