¿Es posible sufrir Meningitis dos veces? Increíble, ¿verdad? Pero no es el primer caso del que tenemos constancia. En esta ocasión Lucía, mamá de Daniela, que ya tiene 8 años, nos contactó para contarnos su historia y compartirla con todos vosotros

Cuando Daniela tenía 13 meses, un día al levantarnos por la mañana vimos que se encontraba algo decaída y con algo de fiebre. Al poco rato me di cuenta que tenía un pequeño punto rojo en la parte posterior de una de las manos, así que decidimos llevarla a urgencias al hospital de Móstoles de Madrid.

Mientras esperábamos en la sala de urgencias la niña tenía sobre 38,5 de fiebre y decidieron que le iban a hacer un análisis de orina por si tuviera infección. Les comenté lo del punto rojo de la mano y le habían aparecido como otros tres puntos más. Después de estar dos horas en urgencias y como no conseguimos que la niña hiciera pis para el análisis, deciden mandarla para casa porque creen que es algo vírico y nos dicen, que lo único, que controlemos los puntos rojos y si sigue con fiebre que volvamos.

Nos vamos para casa y a la media hora de llegar, teniendo a la niña en brazos me doy cuenta de que algo no va bien. Le pongo el termómetro y me encuentro con que marca 41 grados. Os podéis imaginar a la velocidad que salimos de casa de vuelta al hospital.

Al llegar y ver que tenía tanta fiebre la pasaron nada más llegar y vieron que hay algún punto más rojo y los marcan con boli para ver si van creciendo. En ese momento es cuando nos dicen que hay una sospecha de meningitis bacteriana y como podréis imaginaros el mundo se nos viene encima, y sin saber realmente las consecuencias que esto conllevaya que esta infección parece del siglo pasado y que la gente no se contagia de esto.

Deciden hacerle punción en la espalda para poder saber si realmente se trata de una meningitis y la empiezan a medicar a continuación para no perder más tiempo y por supuesto la dejan ingresada, eso sí en una habitación en planta y solo con control de fiebre y tensión cada cierto tiempo. Pasamos la noche allí con la niña sin parar de llorar y sin que nadie nos informara realmente de que era lo que podía pasar y consecuencias podía tener esto.

A la mañana siguiente empieza a empeorar y su tensión empieza a caer y la médico que la atiende decide llamar al Hospital Niño Jesús y pedir una UVI móvil para trasladarla para allí (creo que ese es el mayor momento de pánico que hemos vivido con esta historia) y cuando llegamos la niña empieza a estar plagada de petequias hasta el punto de que no se veía prácticamente nada de su piel, incluso por dentro de los ojos, vómitos y llantos desesperados por lo que pensamos que fueran dolores de cabeza ya que ella no podía expresarlo. He de decir que el momento en el que ingresó en el Niño Jesús como si nos hubiera dado un momento de paz y tranquilidad por cómo nos lo explicaron todo y la atención que recibimos por parte de ellos, son unos grandes profesionales y con vocación.

Daniela permaneció una semana ingresada en la UVI y gracias a su lucha y la de los médicos ha salido de esto, sin ningún tipo de secuela de ese maldito bicho.

Pero la historia no acaba aquí, nosotros en ese momento vivíamos en Madrid y cuando Daniela cumplió los dos años decidimos mudarnos a nuestra tierra, Asturias. Pasamos muchas noches sin dormir pensando que podría volver a caer enferma y os podéis imaginar cada vez que la niña tenía algo de fiebre, el pánico cundía en casa.

Foto de Daniela, enviada por su madre

Cuando nos mudamos, fue cuando salió la vacuna del Bexero y decido ir al pediatra para decirle, que si no sería conveniente vacunar a la niña después de lo sucedido y me dice que hay que esperar un poco, porque no se sabe muy bien cómo funciona esta vacuna.

Cuando Daniela tiene casi 5 años, me llaman un día del colegio para decir que se encuentra enferma porque ha vomitado y voy corriendo a recogerla. Nos vamos para casa y durante el día se encuentra algo decaída, pero con 37,5 de temperatura. Pasa la noche y por la mañana empieza a vomitar y dice que le duele la cabeza, le tomo temperatura y tiene 37,5 y con esa intuición que tenemos muchas veces decido desvestirla y observar si tiene alguna petequia y “sorpresa “las primeras petequias habían aparecido esta vez en el pecho.

Salimos pitando para el hospital y al llegar al triaje les explico muy bien la situación por la que habíamos pasado y les digo que la niña tiene síntomas de meningitis. Dicho y hecho rápidamente la pasan para atenderla y automáticamente llaman al jefe de UVI pediátrica para ingresarla allí.

Efectivamente otra vez volvíamos a pasar por el mismo calvario de hace 3 años, pero otra vez con la suerte de que saliera completamente ilesa de este mal bicho. Esta vez he de decir que la actuación de los médicos que la atendieron fue mucho más rápida y eficaz que la anterior Ya que a la primera sospecha ya la tenían sedada y aislada en la UVI pediátrica.

Daniela ya está vacunada contra el meningococo B y reforzada de todo. Le han hecho todas las pruebas que se pueden hacer, para ver si había algún problema y por eso el meningococo entraba con tanta facilidad a atacar a nuestra pequeña.

Pues bueno, esta es nuestra historia, una historia con final muy muy feliz, pero con el miedo de que esto vuelva a pasar, ya que es algo extraño que en alguien sano pueda pasar dos veces.

Os queremos dar las gracias personalmente por la labor que hacéis con esta asociación, el apoyo que dais a las personas que lo han padecido y han sufrido secuelas y por supuesto a las familias que han perdido a alguien querido. Os mandamos muchos abrazos y os animamos a seguir haciendo esta labor, para conseguir que todo el mundo pueda tener acceso a la vacuna gratuita y evitar más muertes y secuelas innecesarias.

Daniela, Lucia y Rubén